Descanso, tranquilidad, naturaleza y más motivos para ir a Magaluf

Raro es el día en verano en el que no sale en los medios algo negativo de Magaluf, en la isla de Mallorca. Comas etílicos, peleas, ‘balconing’ y todo tipo de actos incívicos, la mayoría protagonizados por turistas británicos, están a la orden del día y ponen de relieve el problema de esta localidad con el turismo de borrachera.

Sin embargo, el Ayuntamiento de Calviá, término municipal en el que se encuentra Magaluf, lleva ya un tiempo queriendo revertir esta situación. La tarea no es sencilla, pero poco a poco se van dando pasos en la buena dirección. En esa ‘reconversión’ de la zona turística están también el grupo Meliá y el Gobierno balear. Por ejemplo, entre otras cosas, las autoridades acaban de fulminar las ‘party boats’, que solo atraen un turismo casposo a la zona y parece que los pasos van en la buena dirección.

El caso es que aprovechando que teníamos unos días libres en octubre y viendo que el tiempo iba a ser bueno, cogimos sin mucha antelación (solo una semana para ser exactos) dos billetes de avión con destino a Mallorca con la idea de conocer Magaluf y Calviá, a sabiendas, después de mirar información por internet, que nos íbamos a encontrar muchas cosas que merecían la pena, alejadas de la mala imagen que estamos acostumbrados a ver.

Vuelos

Una de las partes positivas de ir a Mallorca a finales de septiembre o principios de octubre es que podemos encontrar vuelos muy baratos. Sirva como ejemplo que gastamos menos de 50 euros en los vuelos de ida y vuelta Madrid-Mallorca por persona (ida con Norwegian y vuelta con Iberia Express). Un chollo. Y podría habernos salido más barato con Ryanair, pero la verdad es que le estamos cogiendo un poco de manía a la aerolínea irlandesa con la que tanto hemos viajado con tanta huelga y retrasos.

Una vez en el aeropuerto de Mallorca nos desplazamos a Magaluf en autobús, en concreto en la línea A-11. Quitando el taxi (a no ser que alquiléis coche) es la forma más rápida de llegar allí. La tarifa es de 5,50 euros y el trayecto es cómodo y rápido.

Hotel Meliá Calvia Beach (foto de viajealsol.com)

Alojamiento

El autobús nos dejó muy cerca de nuestro alojamiento. Tras mirar muchas alternativas optamos por hospedarnos en el Meliá Calvia Beach, que está en una zona de Magaluf muy tranquila, al final de la playa. Habíamos oído muy buenas opiniones del establecimiento y éstas no se equivocaban. El precio para alojarse en octubre es mucho más barato que en temporada alta (el hotel abre de abril a octubre y cierra el resto del año) y ofrece un remanso de paz al cliente, sobre todo fuera de julio y agosto. Si nos podemos permitir una habitación con vistas al mar y con el servicio The Level (que incluye bebidas no alcohólicas y snacks durante todo el día, cocktail-merienda por la tarde, una piscina exclusiva, detalles de bienvenida, etc) pues mejor que mejor. Y será cuestión de cada uno también ver si compensa el servicio de media pensión, que en nuestro caso casi siempre solemos contratar.

Los mejores alojamientos de Magaluf se concentran, como el Meliá, al final de la playa, al ser un lugar más tranquilo, alejado de los ruidos y la zona de fiesta. Por la noche se duerme sin problemas.

Pero aparte del alojamiento, ¿qué ofrece Magaluf al turista que va en pareja o en familia?

Pues para empezar podemos elegir una magnífica ruta paseando o en bici por el Paseo Calviá, que une y recorre la mayoría de sus núcleos de población a lo largo de 32 kilómetros, la mayoría de ellos parte de la antigua carretera C-719. Lo mejor es alquilar una bici en el hotel en el que nos alojemos, ya que siempre suelen recomendarnos sitios de confianza. Aproximadamente, un alquiler de una bici durante todo un día cuesta 12 euros.

Y si preferimos turismo podemos conocer la villa de Calviá, que da nombre al municipio. El pueblo cuenta con numerosos edificios antiguos, principalmente del siglo XVII, como su preciosa iglesia, que tienen un encanto especial.

Andratx, Puerto Portals Santa Ponsa y Paguera también están cerca de Magaluf y son localidades que merecen mucho la pena. A todas podemos llegar en autobús, aunque lo más rápido, obviamente, es el coche.

Calas y playas

Pero vamos a lo que más gustó de la zona de Magaluf y Calviá, que fueron sus calas, todas preciosas y a las que los molestos ‘guiris’ fiesteros no suelen ir, más si cabe en octubre.

Cala Viñas (foto de viajealsol.com)

Muy cerquita, para ir andando desde Magaluf, tenemos Cala Viñas. Llegaremos en solo 15 minutos. Durante el paseo, pegado a la costa y por el que siempre hay acera, veremos además unas bonitas vistas del Mediterráneo y unos lujosos chalets que nos darán una sana envidia. La playa es preciosa en sí y la vista solo queda estropeada por la cantidad de hoteles de la zona, por lo que suponemos que en agosto es complicado poner la toalla sobre la arena.

Si seguimos paseando, a unos 20 minutos desde Cala Viñas, encontramos la Cala Falcó, todavía más bonita. Podemos llegar también en coche, pero la gracia de ir andando es que al llegar siempre da la sensación de que la recompensa que ofrecen las vistas es mayor. El camino discurre por el interior, pegado a la carretera, pero con acera.

No hay edificios cerca de la cala y está entre medio de las rocas y la vegetación, permaneciendo muy virgen. Es un sitio idílico para quedarse todo el día y llevarse un bocadillo y bebida. Una vez lleguemos, podemos dar un rodeo por el que andaremos durante un rato o, si esa opción no nos gusta, bajar unas largas escaleras por las que llegaremos rápidamente a la cala. Eso sí, luego hay que subirlas…También hay dos zonas de parking, siendo la más grande la que nos obliga a tomar las escaleras.

No muy lejos, aunque ya está a una hora andando, por lo que es mejor dejarlo (como nosotros hicimos) para el día siguiente u otro momento, está la zona de Portals Vells, donde destacan tres calas; Portals Vells, Portalls Vells II o Cala del Mago (así es como se suele conocer) y Portal Vells III. Las tres son preciosas y de una a otra podemos llegar andando a través de la montaña por caminos de asfalto y tierra, aunque en algún momento salimos (durante poco tiempo y sin problemas, ya que casi no hay tráfico) a carretera. A Portal Vells III se accede bajando unas escaleras o rampa, junto a un lujoso y enorme chalé blanco, y desde ahí podemos ir de una a otra cala.

En la de Portal Vells está la cueva del mismo nombre a la que merece la pena entrar y que tiene una bonita historia llena de enigmas que aquí cuentan muy bien. Llegamos hasta allí tras atravesar un camino de rocas no muy complicado. A pesar de llevar las zapatillas de deporte en la mochila llegamos hasta allí en chanclas sin problemas, pero se deben extremar las precauciones.

En definitiva, la de Portal Vells es una zona para disfrutar un día entero. Para comer, si no lleváis picnic, recomendamos el sitio donde estuvimos nosotros, el restaurante El Mago. No es barato, pero las raciones son generosas y hay que tener en cuenta que estamos en un enclave privilegiado y con muchos turistas. Dos raciones de paella, bastante grandes, eso sí, y una botella de agua nos costaron 42 euros. Solo la botella grande de agua tenía un precio de 6 euros…

Por cierto, para que a nadie le pille de sorpresa, la Cala del Mago es nudista, aunque hay también personas con ropa (aunque son las menos). Las de Portal Vells I y III son para ‘todos los públicos’.

Para esta zona, aparte de en coche, podemos acceder desde Magaluf en la línea de autobús 107 y el coste del billete es de 1,5 euros. El trayecto además es rapidísimo. Este mismo autobús, además de por Portal Vells, pasa por Cala Viñas.

Más allá del restaurante que os hemos recomendado, en Magaluf hay muchas pizzerías y locales de hamburguesas y carne a la brasa donde podemos comer por poco dinero. Fuera de lo común y de los sitios atestados de turistas, recomendamos Kalima Lounge, un precioso ‘jardín’ en medio de decenas de garitos comunes.

Y si sois de los que vais con niños podéis ir con ellos a Katmandú Park, un pequeño parque de atracciones donde se lo pasarán en grande. Dentro del parque está el Sol Katmandú Park, un complejo en el que la diversión ya viene incluida con el alojamiento. Los más pequeños lo agradecerán.

Y hasta aquí este post que espero que os demuestre que en Magaluf no solo hay fiesta y descontrol. Y es que, si queremos, podemos evitar sin problemas a los turistas más molestos y conocer una zona única llena de rincones maravillosos.

Arturo Carretero

Trabajando para Republica.com y dedicando parte de mi tiempo libre a Viajealsol.com. Amante de los viajes, los deportes y el ocio en general