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Guía de Cádiz: dos días en la ciudad en la que la luz es oro

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Hace unos días volvimos de Cádiz, una ciudad que habíamos visitado cuando éramos pequeños con nuestros padres y cuyo recuerdo estaba diluido por el paso del tiempo.

Aprovechando que teníamos un par de días libres y que había en Renfe una promoción de 2×1, decidimos escaparnos hasta la tacita de plata para redescubrir un paraíso que nos ha robado definitivamente el corazón.

Transporte y alojamiento

El viaje en tren desde Madrid, en nuestro caso, lo hicimos en Alvia, en poco más de cuatro horas. Si miramos con mucha antelación encontraremos billetes desde 22,55 euros el trayecto, pero encontrarlos por 35-40, que es lo que nos costó a nosotros, ya es un buen precio.

Si vamos desde otro punto de España puede que no tengamos tren directo, pero es probable que la conexión con Sevilla nos permita muchas combinaciones posibles.

Si no solemos coger coche, también tenemos disponible la opción de llegar en avión hasta la vecina Jerez de la Frontera. En este caso, aunque los vuelos desde Madrid no son económicos, sí lo son desde Barcelona, por ejemplo.

En cuanto al alojamiento, decidimos optar por el Dormos Hotel, un establecimiento de reciente apertura situado a cinco minutos a pie de la Catedral que encontramos de casualidad en internet.

Elegimos en concreto la habitación con vistas panorámicas, a la ciudad y al mar, y que consta de una gran terraza con una pequeña piscina (o más bien bañera de grande, pero con agua fría) ideal para refrescarse con el buen tiempo, que en Cádiz es casi siempre.

La estancia nos costó unos 85 euros por noche, un precio que sube en temporada alta y que obviamente se dispara en Carnaval o en Semana Santa. No obstante, estamos hablando de la opción menos económica de un hotel que también tiene habitaciones por unos 60 euros la noche.

Y es que, encontrar una habitación ‘low cost’ en Cádiz por menos de ese precio, y por lo que hemos podido comprobar, salvo excepciones, y más si queremos baño privado, es realmente complicado.

Ruta por Cádiz en dos días

Día 1

Nuestra ruta por Cádiz estaba más o menos definida desde Madrid, aunque lo cierto es que fuimos improvisando sobre la marcha alguna vez, pues por ejemplo no teníamos pensado entrar en la Catedral, y acabamos pagando la entrada. También nos perdimos más de lo previsto sin rumbo fijo, simplemente recorriendo las calles de la ciudad, algo que agradecimos bastante y que hizo posible el hecho de tener 48 horas disponibles.

Nada más llegar y dejar las maletas (quedaba media hora para hacer el check in) tomamos algo en Ajolá, un bar cercano con una agradable terraza al sol y vistas al mar, y disfrutamos de un breve paseo en el que pudimos observar la impresionante Catedral y su cúpula dorada.

De vuelta al hotel y tras hacer el registro y la pertinente revisión de la habitación, visitamos la Iglesia de Santa María, que teníamos a menos de 50 metros del alojamiento. Data del siglo XVII, pues fue reconstruida tras un incendio, y en ella destaca el retablo de madera dorada del altar mayor y la capilla del Nazareno de Santa María.

De camino hacia la Catedral hicimos parada en el Teatro Romano, en la calle Mesón 13, ubicado en el barrio del Pópulo, el más antiguo de la localidad. La entrada es gratuita y aunque solo quedan ruinas, merece la pena una visita. Llama la atención su ubicación, rodeado de edificios, que nos recordó salvando las distancias al Teatro Romano de Catania, en Sicilia (Italia).

Se construyó hacia el año 70 antes de Cristo y lo curioso es que no se descubrió hasta 1980 en unas excavaciones arqueológicas destinadas a localizar el Castillo de la Villa, sacando así a la luz uno de los teatros romanos más antiguos y grandes de la Península.

En la misma zona encontramos la plaza de San Martín, con su bonita Casa del Almirante, la encantadora parroquia de Santa Cruz y los tres arcos del Pópulo: el del Pópulo, el de la Rosa y el de los Blanco, todos del siglo XII o XIII, de la época almohade, y que servían de acceso a la antigua ciudad.

Lo siguiente que vimos, desde fuera, fue la Catedral, uno de los templos religiosos más llamativos que hemos visto nunca porque su estilo no está definido. Y es que, es barroco, es rococó y es neoclásico, ya que se empezó a construir en 1722 y no se terminó hasta 1838 a causa de las invasiones francesas y las crisis económicas, entre otras cosas, y que llama la atención por su preciosa cúpula de azulejos dorados, única entre las catedrales cristianas de todo el mundo. Su objetivo no era otro que llamar la atención, cosa que sigue demostrando en la actualidad, y demostrar el poderío de la ciudad, algo de lo que dejan constancia las numerosas torres miradores de la ciudad, testigos de la prosperidad de que disfrutó la ciudad en el siglo XVIII gracias al comercio.

A la Catedral, como luego veréis, entramos al día siguiente porque nuestra prioridad era la Torre Tavira, que fue nuestra siguiente parada después de comer. Construida en el siglo XVIII, esta torre fue designada torre vigía oficial del puerto de Cádiz, por ser la cota más alta de la ciudad, a 45 metros sobre el nivel del mar y en pleno centro del casco antiguo.

La entrada normal cuesta 7 euros y en ese precio incluye dos salas de exposiciones, el famoso mirador y la curiosa visita a la Cámara Oscura, que no es ni más ni menos que una imagen sobre una pantalla blanca curva horizontal, a modo de mesa, situada en el centro de una habitación totalmente oscurecida, pintada de negro, en la que podemos ver en directo todo lo que ocurre en Cádiz gracias a unas enormes lentes. La verdad es que fue bastante curioso, ya que aunque sabíamos de su existencia en otras ciudades, nunca habíamos visto una.

En cuanto a las vistas desde la torre decir que son espectaculares (como podéis ver en la foto destacada de esta entrada) y el hecho de que no haya ninguna estructura (como si ocurre en la torre del reloj de la Catedral) que dificulte la vista hace que sea alucinante y que la visita merezca mucho la pena.

Otra de los puntos imprescindibles en Cádiz es la bonita y emblemática Plaza de las Flores, llena de restaurantes y de puestos de flores (como su nombre indica), en el que sobresale el imponente edificio de Correos. Muy cerquita tenemos el Mercado de Abastos, un antiguo convento que ahora es un mercado de planta cuadrada varias veces reformado desde que se creó en el siglo XIX y que imita una plaza neoclásica. Tiene unos preciosos soportales con columnas dóricas con puestecitos en los que se puede comprar desde el pan hasta disfrutar de un pincho vasco. Ya fuera del recinto están los famosos churros de La Guapa.

Ver el Oratorio de San Felipe Neri, lugar donde se redactó la primera constitución española, la de 1812, y el Gran Teatro Falla, donde todos los años se celebra el COAC (Concurso de Agrupaciones del Carnaval de Cádiz), nos sirvieron de preámbulo para disfrutar de un agradable paseo por el tradicional barrio de la Viña, que se llama así por su pasado como lugar donde se cultivaba la vid. Perdernos por sus calles, con mención especial para la Virgen de la Palma, y ver atardecer, muy cerquita, en la playa de La Caleta, donde muchos jóvenes se dejan caer al llegar la tarde para disfrutar de la espectacular puesta de sol, fueron el broche ideal antes de que cayese la noche. 

Si tenemos más días en Cádiz podemos hacer hasta aquí este recorrido y disfrutar al día siguiente de otra parte de la ciudad, pero si no, dándonos prisa y madrugando mucho, es posible verlo todo en un día, aunque obviamente no se disfruta igual.

Día 2

El día siguiente iniciamos nuestro recorrido temprano, dando una pequeña vuelta por el centro y volviendo a la zona de la Catedral, a la que decidimos finalmente entrar.

El ticket de acceso cuesta 5 euros y lo mejor es que en ese precio incluye una audioguía y el acceso a la cripta, en la que está enterrado el compositor Manuel de Falla, y a la torre del reloj. El hecho de tener esos dos últimos alicientes fueron los que hicieron decidirnos a entrar.

Lo que más nos gustó del templo por dentro es la parte del coro, que está situado delante del altar mayor, y sus cúpulas vistas desde abajo. Especial mención merece la cripta, que nos traslada a otro tiempo y que está situada bajo el nivel del mar. Estad atentos a la reverberación que se escucha en su interior y que la hace más especial si cabe.

Para acceder a la torre del reloj hay que salir del templo y entrar por una puerta a mano derecha. A continuación tendremos que subir una considerable rampa para disfrutar de unas bellas vistas que, eso sí, están delimitadas obviamente por los muros de piedra de las esquinas y el techo del campanario.

Así que, si queréis vistas de la ciudad y tenéis que elegir, creemos que lo mejor es pagar por la subida a la Torre Tavira, a ser posible por la tarde y cuando esté empezando a bajar el sol.

Después de comer, nos dirigimos de nuevo a la zona de la Caleta hasta el Castillo de Santa Catalina, una fortaleza del siglo XVII con vistas al mar y varias e interesantes exposiciones cuya entrada es gratuita A lo lejos, y a la otra punta, en un islote, está el castillo de San Sebastián, ahora cerrado por obras.

Desde allí nos dirigimos al Parque Genovés, un jardín de finales del siglo XVIII que destaca por sus preciosos senderos y su lago con cascada, que podemos recorrer por arriba y por debajo, entre cuevas.

Allí también buscamos como locos y en vano una fuente que resulta que está en fase de restauración. Se trata de la famosa fuente de Los Niños del Paragüas. El Ayuntamiento ha colocado una réplica allí (no la hemos visto por unos días) y la original será colocada en un lugar que impida que las inclemencias meteorológicas la desgasten.

Desde allí, paseando al lado del mar, llegamos al Baluarte de la Candelaria, una fortaleza de 1672 reconvertida en espacio de exposiciones, a la que no entramos, y a los Jardines de la Alameda de Apodaca, un precioso espacio que recorremos paralelos al agua junto a dos preciosas fuentes y en el que destacan dos enormes ficus.

Y hablando de ficus, y para no dejarlo pasar, los que llaman verdaderamente la atención son los dos que están plantados delante de la Facultad de de Empresariales, al lado de la playa de La Caleta, que datan de principios del siglo XX.

Volviendo a nuestro recorrido, seguimos a pie hasta llegar a las murallas de San Carlos y el monumento a la Constitución de 1812 ubicado en la Plaza de España, ya delimitando con el puerto. Desde allí acabamos en la Plaza de San Juan de Dios, donde se ubica el Ayuntamiento y nos dimos un merecido descanso sentados al sol, antes de disfrutar por la noche de la ciudad sin rumbo fijo.

Si hay día 3…

No nos debemos ir de Cádiz, si nos queda tiempo, sin ver las Puertas de Tierra, reducto de la que fuera muralla de la ciudad y que separa la zona antigua de la moderna, y sin ir a dar una vuelta por la zona del mirador Playa de las Mujeres y por el paseo de la Playa de Santa María del Mar, junto al Pirulí (una torre de telecomunicaciones promovida por Telefónica en los 90), frecuentada por los amantes del surf, desde donde tendremos una de las vistas más bellas de la Catedral desde lejos. 

Tampoco debemos dejar de pasear por la Avenida Campo del Sur (donde llegaremos hasta La Caleta) y donde también obtendremos una bonita imagen del templo.

Todo esto lo hicimos antes de irnos por la tarde hacía Madrid, no sin antes hacer una visita relámpago al Puerto de Santa María, al que podemos llegar en Cercanías, autobús e incluso catamarán (la mejor opción, por diferente), para disfrutar de sus preciosas playas y del Castillo de San Marcos.

Los barcos salen desde la Terminal Marítima de Cádiz cada media hora y en treinta minutos llegan a la Terminal El Puerto. El trayecto cuesta 2,75 euros. 

Dónde comer

Comer en Cádiz es un placer por dos cosas: porque su gastronomía es de primera categoría y porque, en general, los restaurantes son más económicos que en en las grandes urbes como Madrid. 

La realidad es que llegamos hasta la ciudad con muchas recomendaciones y otras que miramos en internet, pero no fallamos en ninguna. A continuación os contamos en los sitios en los que estuvimos:

El Laurel: En la calle Obispo Urquinaona 3 está este local en el que comer bien a buen precio. No hay que esperar maravillas, pero pagamos una cuenta de 17 euros (por dos personas) y nos pusimos hasta arriba. Las tapas cuestan entre 2,5-3 euros y son abundantes para lo que valen. Os recomendamos las croquetas de pescado, las albóndigas de choco, las pijotas fritas y el atún a la gaditana. Suele llenarse, así que mejor ir fuera de las horas punta.

La Tapería de Columela: Damos un salto a nivel gastronómico, pero no en cuanto a precio. Presentación de tapas exquisita y sabor celestial. Tapas desde 2,70 euros que se pueden hacer supertapas por unos euros más. Ojo porque aquí probamos la que fue para nosotros mejor tapa de Cádiz: la lasaña de atún rojo, una maravilla. Buscando un poco luego en internet vimos que no somos los únicos que se quedaron enamorados. También probamos la pavía de merluza sobre crema de camarones, la carrillera ibérica al vino tinto y el pepito columela, todo increíble. ¿La cuenta total? Menos de 20 euros. De risa. Como el anterior sitio, suele llenarse y está muy de moda, así que mejor ir prontito porque lo normal es que tengamos que esperar unos minutos en la calle.

Freiduría Las Flores: Otro clásico que nos recomendaron en Cádiz. Lo que hay que pedir es la fritura obviamente, que se pide según los gramos que queramos. En nuestro caso fueron 600 y lo acompañamos con tortilla de camarones y cerveza. Todo rico. Todo por menos de 20 euros. Para repetir. También, para variar, suele llenarse y hay que esperar, sobre todo si queremos mesa fuera.

Taberna Casa Manteca: Si Las Flores es un clásico éste lo es más aún. Hacerse un hueco en la barra y pedir es una misión de riesgo que merece sin embargo la pena. Eso sí, para un rato porque al final acaba resultando incómodo estar luchando por comer. Los chicharrones y la mojama que pedimos, increíbles. Lo peor, comérselo de pie. No llegamos a pagar ni 10 euros. Enfrente tienen la Freiduría de Casa Manteca, que no tuvimos el gusto de probar, pero que si está al mismo nivel…

Mercado de Abastos: Nos tomamos un par de cañas y dos pinchos, uno de anchoa con queso y guacamole y otro de mojama con queso y huevo frito y un par de vinos. Pagamos 10 euros. El mercado está genial para ir probando cosas de los diferentes puestos, aunque cuando llegamos había muchos cerrados.

Le Poême: Es una pastelería y es espectacular. Probamos una tarta de pistacho y un petisú de chocolate con dos cafés especiales increíbles. También dejan llevar a su mesa los churros que venden en la cercana La Guapa (cosa que permiten todas las cafeterías de la zona) para que tengamos que pedir solamente el chocolate. No es barato, pero merece la pena. Pagamos 12 euros por todo.

La Guapa: Los churros por excelencia de Cádiz. Ricos, baratos y trato excelente. Poco más se puede pedir.

Ajolá: Bar tranquilo con terraza en el que tomar una cervecita con el mar al fondo, muy cerquita de la Catedral.

Romerijo: Fuera de Cádiz capital, en el Puerto de Santa María, está Romerijo, un lugar muy conocido en la zona en el que podemos disfrutar de unas deliciosas gambas (a unos 10 euros los 250 gramos) si es que no decidimos sentarnos, algo que obviamente elevará el precio. En fin de semana se llena hasta los topes.

Os diríamos más sitios, pero fuimos los que probamos y, aparte, teníamos una excelente terraza en nuestro hotel en la que aprovechamos para desayunar dos veces la mar de bien, al calor del sol de Cádiz.

Extras

No hay nada como perderse por la calles de Cádiz, sin mirar el reloj, paseando tranquilamente. Precisamente en uno de esos paseos encontramos una galería-tienda de cuadros muy especial, Kiskeya (calle Sacramento 22), formada por un colectivo de artistas de Haití y de la que salimos encantados, con un cuadro bajo el brazo. Así que no os podemos más que recomendar la visita.

Como ya os hemos dicho, si tenéis que elegir entre subir a la torre del reloj de la Catedral o la Torre Tavira, elegir la segunda. No os defraudará.

Irse de Cádiz sin dar un paseo al lado del mar y ver atardecer en La Caleta es pecado. Si podéis estar en la ciudad dos días o dos y medio en vez de uno, para hacer todo con pausa, disfrutaréis mucho más el ritmo y el ambiente que desprende la ciudad.

Nosotros fuimos fuera de Carnaval, por lo que los precios son bastante más bajos que en esas fechas. No obstante si viajáis durante esas fechas mirad los hoteles y transportes con mucha antelación para no gastaros demasiado.

Esperemos que nuestra siguiente visita sea precisamente durante las fiestas por excelencia de Cádiz. No hay nadie que no haya ido esos días y no haya disfrutado como un niño simplemente viendo el ambiente y las chirigotas callejeras. ¡Volveremos pronto!

-Puedes pinchar en el mapa para ver la lista de los sitios destacados en Google Maps-

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Arturo Carretero

Trabajando para Republica.com y dedicando parte de mi tiempo libre a Viajealsol.com. Amante de los viajes, los deportes y el ocio en general
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