Guía rápida con consejos de Berlín, la capital de Europa
Berlín, capital de Alemania (y capital informal de Europa) es sin duda una de las ciudades del mundo en las que más cosas podemos aprender y descubrir. Con una historia que pocas ciudades tienen, Berlín se presenta ante el turista como una urbe moderna y cosmopolita que se ha sabido recuperar de todos los males que ha sufrido. Y es que, la Segunda Guerra Mundial, que dejó la mayor parte de la ciudad destruida, incluido gran parte del patrimonio histórico, y más tarde la división de la ciudad en dos partes durante la Guerra Fría, marcaron a fuego a una población que se ha repuesto a todo para mirar al futuro, eso sí, sin olvidar su pasado.
Realmente este post lo deberíamos haber hecho hace tres años cuando fuimos a Berlín, pero no teníamos todavía el blog, así que esperemos no cometer ningún error por el camino. En ese caso, ¡confiamos en que nos lo digáis!
Lo bueno de visitar Berlín desde España es que es bastante económico. Hay vuelos baratos, sobre todo si compramos con antelación, y los hoteles no están mal de precio porque hay mucha oferta.
Para comenzar con buen pie en Berlín lo mejor es aterrizar en el aeropuerto de Berlín-Tegel, ubicado a solo 8 kilómetros de la ciudad. Es el mejor comunicado, tardaremos menos en llegar a nuestro hotel casi seguro y los precios son similares a los de comprar un billete para Berlín-Schönefeld, el otro aeropuerto. Igualmente, todo depende de los que nos venga mejor, pero por ejemplo podemos encontrar billetes al aeropuerto principal fácilmente por unos 30-40 euros con antelación con compañías low cost.
Para llegar al centro desde Tegel podemos optar por el autobús, el JetExpress Bus TXL, que nos deja en Alexanderplatz y sale cada 10 o 20 minutos de la terminal, pero si preferimos un taxi o un Über el importe será como máximo de 20-25 euros.

Nosotros optamos por alojarnos en el Hotel Amano Grand Central, a 1,5 kilómetros del Parlamento alemán (Bundestag), pero a solo 3 minutos a pie de la estación central de Berlín, por el simple hecho de que íbamos con maletas muy pesadas y la ciudad era el inicio de un viaje por Europa en tren y autobús que acabó en Dubrovnik (Croacia), por lo que lo más importante para nosotros era no cargar mucho peso y ganar en comodidad. De hecho, el autobús del aeropuerto nos dejó a solo unos pasos de la estación, a la que nos dirigimos dos días después rumbo a Dresde, ciudad de la que esperamos hacer pronto otro post. En cualquier caso, comparad siempre los precios de los alojamientos en diferentes páginas web, ya que a veces hay diferencias abismales de precio entre un sitio a otro.
Una ciudad enorme
Uno de los consejos para ir a Berlín es abrigarnos bien. Incluso en verano nos podemos encontrar con días en los que las mínimas no superan los 14 grados. Eso, obviamente, si se junta con la lluvia, es bastante incómodo. Así que tenedlo en cuenta y, aunque vayáis en meses como julio o agosto, llevad jersey, chaqueta y paraguas.
La ciudad es enorme y las distancias de un punto turístico a otro también. Por eso lo de decir que algo está en el centro es relativo. ¿Podemos ir andando de un sitio a otro? Evidentemente sí, salvo excepciones. Nosotros lo hicimos, pero se tarda. Es decir, que no es una ciudad que se ve en una tarde andando rápido.
Se supone que el punto neurálgico de Berlín es Alexanderplatz, que está a media hora a pie de la Puerta de Brandeburgo, a otra media hora del Checkpoint Charlie y a casi una hora de la Columna de la Victoria, por poner unos ejemplos. Eso hacía el oeste. Hacía el este estamos por ejemplo a más de media hora del East Side Gallery.
Tenemos la opción de caminar como ya hemos dicho, pero también la de coger el típico autobús City Sightseeing por unos 20 euros y que se vende en diversos lugares. Se puede adquirir por internet, pero si queremos adquirir el billete de forma presencial no habrá problema. Es una buena manera de ver la ciudad, pudiendo bajar las veces que queramos del vehículo…y encima enterándonos de la historia con el audioguía en castellano.

Tampoco es mala opción el hecho de andar un poco y cuando estemos cansados coger un Über. No son caros y es una opción a medias entre andar bastante y coger el autobús turístico. De Alexanderplatz a la Puerta de Brandeburgo podemos desplazarnos por unos 9 euros por poner un ejemplo. Esta opción gana enteros si somos dos, tres o cuatro personas, sobre todo tras un largo día en la que lo único que queremos es llegar al hotel y descansar.
Y luego siempre está la opción de los ‘free tours’, siempre a pie, en los que solo tendremos que dar la voluntad (a ser posible sin ser unos ratas) a nuestro guía. Los de Sandemans están muy bien y son en castellano.
Como hemos dicho al principio, en Berlín hay muchas cosas que ver, pero si tenemos solo dos días, como fue nuestro caso, hay que ir a lo importante y sacrificar por ejemplo museos, aunque no todos. No obstante, es tiempo suficiente para disfrutar de la ciudad en todos los aspectos.
Lugares imprescindibles
¿Y qué hay que ver que sea imprescindible? Ahora veréis…Podemos empezar por la Puerta de Brandeburgo, ideal para hacernos las primeras fotos de recuerdo. Desde allí sí nos podemos desplazar a pie hasta el Parlamento alemán, que podemos visitar de forma gratuita, eso sí, con reserva anticipada a través de esta página. Hay opciones incluso de visita guiada y si coincide con los días que estamos en Berlín mejor que mejor, pero lo más normal es que solo podamos subir a la terraza en la que está la cúpula (‘dome’ en alemán) obra de Norman Foster y ver las vistas, lo que tampoco está nada mal. Solo hay que indicar día, hora y estar puntual el día de la visita.

Lo siguiente que podemos hacer es visitar el sobrecogedor Monumento al Holocausto y luego ir hasta Postdamer Platz, donde veremos parte de los restos del muro de Berlín.
También podemos echar un vistazo al Sony Center. Sí, es un centro comercial, pero por la noche, iluminado, es espectacular. No dejéis de visitarlo. Además hay muchos sitios para tomar algo y desconectar un rato.

Más al oeste tenemos la Columna de la Victoria, ubicada en concreto en el parque Tiergarten, que Francia quiso dinamitar tras la Segunda Guerra Mundial. Gracias a que no lo hizo, el visitante puede ver unas de las mejores vistas de Berlín tras subir, eso sí, 285 escalones de caracol, por lo que no es apto para todos los públicos. Está en medio de una rotonda que une cinco avenidas y de ahí que las vistas sean de diez. La entrada en su día solo nos costó tres euros.
A estas alturas quizás hayamos agotado un día. Según sea el caso, podemos seguir o no nuestro recorrido o dejarlo para el día siguiente.

Otro de los lugares a tener en cuenta es Alexanderplatz, el que se puede considerar el centro de Berlín, que destaca por la Torre de Televisión, uno de los edificios más altos de Europa y el más alto de Alemania. Podemos subir hasta arriba en ascensor. Dicen que las vistas son insuperables, pero lo malo es el precio de la entrada: 16,50 euros. He ahí la razón de que decidiésemos no subir.
Hay quién recomienda comer en su restaurante giratorio porque vemos las vistas y encima comemos por un poco más. Hay incluso por 41,50 euros un desayuno dominical que incluye el desayuno, la reserva de mesa etc. Un precio algo elevado, pero…
Tampoco nos podemos ir de Alexanderplatz sin ver el Reloj Mundial, que marca la hora de todas las ciudades del mundo.
Relativamente cerca tenemos la Catedral de Berlín, que también ofrece buenas vistas desde la cúpula, de caractéristico color verdoso, y la isla de los Museos. El hecho de que esté el río Spree al lado, por el que podemos hacer un pequeño crucero, convierten esta zona en una de las más bonitas de Berlín. Probablemente algunas de las fotos más espectaculares que hagamos de la ciudad estarán hechas en esta zona (como la que abre este post).
Mención aparte merece la denominada isla de los Museos, que alberga el Museo de Pérgamo, el Museo Antiguo, el Museo Nuevo, la Antigua Galería Nacional y el Museo Bode. Si vamos con poco tiempo lo mejor es ir al primero de estos museos. ¿Por qué? Entre otras cosas porque no es un museo al uso con estatuas y cuadros. Dentro hay construcciones gigantescas como el Altar de Zeus de la ciudad de Pérgamo, con una antiguedad de más de 2.000 años, la puerta del mercado romano de Mileto y Puerta de Istar de Babilonia. Creemos que no hay nada parecido en el mundo y la entrada, que cuesta 12 euros, bien merece la pena.
De todas formas, si vamos a pagar la entrada en una gran cantidad de sitios y vamos a recurrir al transporte público o al autobús turístico podemos echar un vistazo a las tarjetas Berlin Pass, muy completa, y Berlín Welcome Card, más económica y que incluye el transporte y varios descuentos.
A unos quince minutos andando desde allí tenemos la Gendarmenmarkt, la plaza más bella de la ciudad. El edificio central de la plaza es el Konzerthaus (la sala de conciertos de Berlín); en el lado norte está la Französischer Dom (Catedral Francesa) y en el lado sur la Deutscher Dom (Catedral Alemana).
Por supuesto, no nos podemos ir de Berlín sin ver la East Side Gallery, una galería de arte ubicada al aire libre en 1.316 metros en la cara este del muro de Berlín. Allí podemos contemplar decenas de murales que son historia viva de lo ocurrido en la Guerra Fría, incluido el mural Bruderkuss (‘Beso entre hermanos’ en alemán) que satiriza la famosa foto del beso entre Leonid Brézhnev y Erich Honecker que se tomó durante la celebración del 30 aniversario de la República Democrática Alemana en 1979 y que venía a alejar la posibilidad de la reunificación alemana.
Historias de Berlín
Otro lugar imprescindible para visitar es el paso fronterizo más conocido entre el este y el oeste entre 1945 y 1990, el famoso Checkpoint Charlie, que abría el paso a la zona de control estadounidense con la soviética. El Checkpoint Charlie fue escenario de huidas espectaculares de la parte este a la oeste, algunas especialmente trágicas como la muerte de Peter Fechter, que murió desangrado en 1962 ante los ojos de los que habitaban la zona oriental. Nadie hizo nada por salvarle y Flechter se convirtió probablemente la víctima más conocida del muro.

Por último, si tenemos tiempo, podemos ver la Topografía del Terror y alguno de los tours (imprescindibles) de Berliner Unterwelten bajo el suelo de la ciudad gracias a los cuales podemos descubrir búnkeres antiareos de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Fría. Nosotros hicimos uno de los tours (Búnkeres nucleares de la Guerra Fría) y superó ampliamente nuestras expectativas, pero todos, por lo visto, son geniales, sobre todo por las explicaciones de las guías, en casi todos los idiomas, incluido el castellano. Los precios van desde los 12 a los 16 euros aproximadamente.
Y si vamos más de dos días podemos visitar el palacio de Charlottenburg, con sus maravillosos jardines y, ya algo más alejados, el Palacio de Sanssouci y el antiguo campo de concentración de Sachsenhausen, que es mejor visitar con excursión contratada salvo que llevemos coche o no nos importe pasar más tiempo de lo normal en el transporte público.
Qué comer

Comer en Berlín no es caro. De hecho, si queremos podemos llenarnos la panza por poco dinero en uno de los muchos puestos callejeros que hay por la ciudad. No podemos dejar la ciudad sin probar el currywurst, la tradicional salchicha alemana asada que se sirve entre rebanadas de pan con salsa de tomate y curry, y acompañadas de patatas fritas. Tampoco podemos olvidarnos del Eisbein, codillo de cerdo, que se sirve con chucrut y puré de guisantes, y la Kasseler, la costilla de cerdo ahumada.
Otra opción es el Schnitzel, que es escalope de pollo entre panes, aunque es más típico en Austria. Precisamente, al lado de la estación central y de nuestro hotel, probamos un currywurst increíble en un puesto callejero. De todas formas, si preferimos sentarnos tranquilamente, no nos costará esfuerzo encontrar estos platos en cualquier restaurante tradicional a buen precio.
En la cuna de la cerveza, Berlin no es menos que otras ciudades alemanas. La típica es la Berliner Weisse, una cerveza clara que se toma sola o con un chorro de jarabe de frambuesa o aspérula.
No sabemos deciros sitios en concreto, porque nosotros (y no nos avergüenza decirlo) solo comimos en puestos callejeros (era verano) y en un sitio de kebaps que no recordamos. Por entre 3-5 euros podemos comer un buen currywurst, u otra delicia similar, con bebida, y sentarnos a degustarla en un parque.
Si os apetece sentaros, podemos cenar por entre 15 y 20 euros por persona. Aunque allí se come y cena pronto no tendréis problemas para hacerlo, ya que el turismo hace que los horarios de los restaurantes sean bastante flexibles.
Por la zona de Alexanderplatz, Postdamer Platz, el Barrio de San Nicolás y la calle Simon Dache Strasse hay muchos y económicos sitios.
Esperemos que esta pequeña guía os haya servido de ayuda. Ahora solo os queda disfrutar de unas de las ciudades más fascinantes de Europa.