Villach, una encantadora ciudad de paso en Austria
Hace un par de años realizamos un largo viaje por Europa de casi un mes que empezamos en Berlín (Alemania) y terminamos en Dubrovnik (Croacia). Aunque visitamos varios países y muchas ciudades, hoy vamos a hablar de la que es probablemente la menos conocida.
La localidad en cuestión se llama Villach. Está en Austria, en concreto en el estado federado de Carintia, y aunque parece un pueblo, es la séptima ciudad más habitada de Austria con 57.925 habitantes.
¿Y qué hacíamos allí? Pues básicamente descansar. Era una parada técnica entre la ciudad austriaca de Salzburgo y Zagreb, en Croacia, para no hacer muchas horas de trayecto en tren, ya que todo el viaje lo hicimos en transporte público. No en vano, todavía debíamos cruzar toda Eslovenia para llegar a nuestro siguiente destino.
De hecho, Villach está situada muy cerca de la frontera con Italia y Eslovenia y de ahí que sea un importante nudo de comunicación entre países.
El caso es que por una cosa o por otra, y esa fue la sorpresa, Villach nos cautivó y nos sirvió para recargar pilas un día, tras ir de un lado a otro, disfrutando pero con prisa.
El casco antiguo
Lo que más llama la atención de Villach, aparte de que está en plena naturaleza, rodeada de montañas y lagos, es el río Drava, que divide la ciudad, y su encantador y pequeño casco antiguo con casitas de colores.
Toda la ciudad se puede recorrer tranquilamente a pie y hay muchas zonas verdes en las que podernos sentar y contemplar simplemente la naturaleza en su estado puro (incluido su aire).
No debemos dejar de visitar la iglesia parroquial de San Jacobo, que data del siglo XII y su cementerio, muy cerca de la plaza del Ayuntamiento.
Otras opciones son disfrutar del Museo Municipal o, si tenemos tiempo, del Warmbad, un balneario con 6 fuentes de agua caliente que cuenta con spa y piscinas. Para relajarnos todavía más.
Una muy buena opción, que nosotros llevamos a cabo, fue ir a ver el lago Ossiach, al que podemos acceder en tren en unos 20 minutos. Hay otros lagos cercanos, pero este es el principal.
Hay que decir que aunque no venía en nuestra ruta predefinida, nos pusimos a pasear (algo perdidos, siendo sinceros) y topamos también con otro lago, mucho más pequeño pero con bastante encanto: el San Leonharder. Sin embargo fue uno de los mejores momentos del día, puesto que no había nadie en la zona y pudimos disfrutar sentados, mirando el lago y la vegetación, de una rica sandía y una cerveza. Momentos como esos son los que jamás se olvidan.
En Villach vimos además uno de los atardeceres más bonitos que hemos visto nunca. Simplemente espectacular.
Alojamiento y gastronomía
En cuanto al tema del alojamiento nos quedamos a dormir en el Hotel Gasthof Kasino, de tres estrellas y muy bien situado en el centro. Es un establecimiento familiar que además tiene la peculiaridad de ser uno de los edificios más antiguos de la ciudad. La dueña era muy simpática y el precio fue de unos 75 euros en el mes de julio.
En cuanto a la gastronomía, no probamos nada especial…Un rico bocadillo de salchicha por el centro, una hamburguesa y mucha fruta (riquísima) comprada en un Lidl.
Más allá de eso, y de rutas por la montaña que no pudimos hacer por no tener coche (una pena, porque son bastante accesibles en el caso de tenerlo), Villach es un sitio ideal para descansar y desconectar, sobre todo, como era nuestro caso, si vamos en tren de un lado para otro.
Ya sabéis, si hacéis un viaje por Europa, no descartéis Villach, una encantadora ciudad de paso.